sábado, 8 de noviembre de 2008

ETERNO MIENTRAS DURE


El abuelo, con la sonrisa comprensiva que permite la sabiduría de la edad, escucha con paciencia las palabras atropelladas del joven. Su nieto le comunica la desesperación que siente al no saber muy bien cómo declararle a la bellísima compañera que se ha incorporado este curso a la clase lo enamorado que está de ella... El viejo, después de unos instantes de meditación, y suspirando profundamente sentencia:

-Si esperas demasiado a que ocurra lo que estás deseando sin haber hecho nada, sólo lograrás que se te pasen las oportunidades, y en último término, la vida.

En ese preciso momento, una mujer mayor se acerca moviéndose con dificultad. En sus manos trae una bandeja cargada con unas tazas de té y pastas.

-Es para hacer boca mientras hablamos- Les dice, mientras le hace un guiño cariñoso al nieto.

Y según pone la merienda en la mesa, sus ojos se posan en el viejo, que la mira a su vez tiernamente mientras los relojes parecen detenerse durante unos mágicos instantes... Como cuando eran jóvenes, como siempre fue desde aquellos lejanos años en que se conocieron, como siempre será hasta que la muerte se los lleve.
Es entonces cuando el muchacho entiende. Y también sonríe agradecido, pues tiene ya muy claro lo que ha de hacer y cómo hacerlo...

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