lunes, 25 de agosto de 2008

ENCUENTROS


Sentado en aquella roca, pensaba que los días que amenazaban lluvia eran ideales para disfrutar del placer de la playa: La arena liberada de toallas, la orilla salpicada con el parsimonioso paseo de algún jubilado... y también estaba el mar, impasible en su rutina, ajeno a los arañazos de las gaviotas.
El mar, que en tardes como aquellas es testigo mudo del paso tiempo, escondido en su imagen acuática, a merced de los elementos y el influjo de la luna... Siempre había estado desde el principio, había sido testigo de mis sucesivos nacimientos, con otros intereses y otros temores, y había visto cómo moría con otras caras y silencios.
Miraba el suave movimiento de las olas y el horizonte que siempre imaginé una invitación a otros mundos. Como siempre, me absorbía el envolvente susurro de los rompientes, la voz de las profundidades marinas. Tan extasiado estaba que me sobresaltó darme cuenta de que no estaba solo. Unos pasos más allá estaba ella detrás de su sonrisa.
Con los ojos entrecerrados y la respiración calmada parecía querer digerir la totalidad de aquel paisaje. Y claro que sonreía. No estaba seguro de lo que eso significaba. Podría definir la felicidad, el placer o la seguridad de lo que estaría sintiendo en aquellos momentos. O quizás sonreía recordando antiguas confusiones, o palabras mercenarias que alguna vez alguien cercano pronunció. Después de meditarlo un instante, me incliné a pensar que estaba escuchando el mismo mensaje que yo: El mar sabe como nadie transmitir paz y serenidad. Y deseé con todas mis fuerzas que en aquellos momentos, lo estuviese haciendo con ella.
Noté que también había intuido mi presencia. Durante un buen rato respetamos nuestros mutuos silencios, aquellos minutos fugaces que pasamos entre rocas y charcos.
- Se está bien aquí- le dije – es uno de mis sitios preferidos.
- Pues lo comprendo perfectamente, contestó, mientras me deslumbraba con su sonrisa.
Fue suficiente. Le di las gracias a mí querido amigo por su magia y me dediqué a enamorarme de aquellos ojos profundos, en los que deseé sumergirme sin prisa pero sin pausa.

1 comentario:

CRO dijo...

no tengo tiempo de leer ahora,despues entro de nuevo.... pero che... estas medio cortado... hace rato no me escribis un email...
te extraño
besos