domingo, 15 de junio de 2008

EL TEATRO DE LA VIDA


Siempre que reflexiono sobre las cuestiones importantes de la vida me viene a la mente ese pensamiento que la compara con una obra de teatro. Si esto fuera verdad, me gustaría que alguien me aclarase quién puede ser el autor de este libreto que llega a nuestras manos envuelto en el papel de regalo del absurdo, convirtiéndonos en personajes de una burda tragicomedia, que deambulan por el escenario tratando de darle algún sentido a un guión falso e insostenible, como en esas estúpidas comedias de la tele que se supone han de hacernos reír y se ven obligadas a poner risas enlatadas para creerse que lo logran.
Puestos a imaginarnos a tan pésimo escribiente prefiero pensar en su descargo que, conociendo de antemano de la limitada capacidad interpretativa de los que llevarán la obra al escenario, la llena de situaciones esperpénticas para comprobar si somos capaces de hacernos con ellas. Los ejemplos están a nuestro alrededor, basta con pensar un poco y encontraremos una larga lista:
Así, habrá parejas que se echan de menos al par de días de haberse peleado como si les fuera la vida en ello, mientras otras se odian a muerte después de haberse amado intensamente. Conoceremos a magníficas personas que no gozarán de una pizca de suerte en su vida, mientras que otras llegarán a la cúspide a base de sacarle el jugo a su maldad. Sabremos de enemigos admirables por los que daríamos cualquier cosa para tener a nuestro lado, y habremos de llamar amigos a algunos que sobrellevamos como una carga insoportable. Recibiremos con retraso cartas anunciando una buena nueva que ya carece de sentido. Se desencadenarán conflictos por razones cargadas de sinrazón. Soportaremos a fantasmas que acabaran por no asustar a nadie. Veremos a gente obesa que casi no se alimenta y a delgados que se atiborran de comida a todas horas. Se crearán artificialmente cuerpos como ejemplo de belleza, que en realidad lo único que provocarían sería lástima si no fuese por el daño que causan. La normalidad estará siempre desvirtuada a causa de la moralidad retorcida de unos cuantos. Tendremos líderes que se recrearán en su grandeza para empeorar más la vida de todos. Políticos que no creerán en otra cosa que aferrarse a un cargo que les proporciona el placer del presente como objetivo de futuro. Tendremos un futuro en nuestras manos que puede romperse como una pompa de jabón en cualquier instante, épocas a las que les pesarán como una losa las hojas del calendario y otras que irán a velocidades supersónicas, risas que nos estallarán en los oídos y lágrimas que nos regarán el alma para que florezca...
Es el teatro de la vida. Y no hay ensayos previos para una obra de este tipo. Pero no olvidemos que, como protagonistas que somos, tenemos a nuestra disposición el recurso a la improvisación: la posibilidad de saltarnos el guión. Muchos lo han hecho a lo largo de la historia y, a mi humilde entender, son los verdaderos ejemplos en los que nos deberíamos mirar.

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