sábado, 21 de junio de 2008

CONVICTO Y CONFESO


Me niego a renunciar a los sueños
por temor a equivocarme:
aún conservo la fuerza y el tesón
para poder levantarme cuando caigo,
y lograr que la ilusión se sobreponga
a la cruda realidad de cada día.
Aunque pueda errar el camino,
no seguiré las directrices que nos marcan
los que tienen la desfachatez
de pensar por nosotros
para luego obligarnos
a entrar por su particular aro:
Es la senda de los que optaron
por tirar la toalla y doblar la cerviz.
Tengo convicciones arraigadas
y cuando las dudas asoman,
nunca es porque no sepa
que hay razones mucho peores.
Sé que no soy lo mejor de este mundo,
pero es que tampoco lo pretendo:
me conformo con hacer un esfuerzo
por intentar ser honesto
y consecuente con lo que pienso.
A veces digo y hago estupideces,
pero procuro ser el primero en aceptarlo,
hago propósito de enmienda,
y nunca evito pedir disculpas
si creo que son necesarias.
Me gusta reír sin motivo,
pero también asumo que es bueno
que las lágrimas sean la manifestación
de cualquier hecho emotivo.
Y no pueden imaginarse
lo que alegra haber descubierto
que cuando algunos señalan
lo equivocado que estoy,
es cuando más seguro me siento
de haber escogido el camino correcto:
Hay una cierta clase de gente
con la que no estar de acuerdo
es una obligación de la conciencia.

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