lunes, 26 de mayo de 2008

DISCORDANCIAS


Es inevitable una punzada de rabia
al pensar que a la misma hora
en que el sol concluye su jornada
viniendo a expirar en mi ventana,
otros ojos llorarán el tormento
de una constante lluvia de penas.
Ojos que tienen presente la imagen
de hijos caídos en guerras injustas.
Ojos expertos en mortecinas barcas,
que parten hacia un incierto destino
llenas de nocturnos desamparos.
Ojos imposibilitados para reparar
en otra belleza poética, que no sea
aplacar el hambre de sus hijos...
Así, los dones que aquí disfrutamos
también nos convierten en cómplices:
En gente con la sensibilidad suficiente
como para solazarse en el espectáculo
del último rayo de sol de la tarde,
sin preocuparle demasiado la miseria
que atenaza a buena parte del mundo.

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