lunes, 14 de abril de 2008

14 de Abril: MUJERES DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA


Catorce de Abril de 2008: Hoy es un día donde es necesario que se imponga la reflexión serena, pero también para hacer un ejercicio de memoria que resulta imprescindible si queremos sellar las viejas heridas de este país llamado España: Se cumple el 77 aniversario de la proclamación de la Segunda República. Una esperanza popular que se vio truncada por un golpe de estado, una guerra fraticida y un régimen fascista que impuso el lenguaje de las armas al de la razón, y el odio a los vencidos como práctica habitual para acabar de raíz con los amantes de la libertad, el progreso y la democracia. La generación republicana perdió numerosas batallas, pero ganó la guerra de la dignidad. El problema es que la historia fue escrita por los que fueron sus enemigos más despiadados. Por eso es tan necesario recuperar la memoria: Es preciso desmontar tanta mentira, tanto bulo acumulado con el paso de los años, tanta manipulación descarada.
La guerra civil no acabó con el parte final del ejército de Franco. Una feroz represión se desencadenó a continuación, que duró años. De eso trata el último libro que estoy leyendo: “La voz Dormida”, de Dulce Chacón (Badajoz, 1954-2003), que le pone voz a las mujeres víctimas de la posguerra. Es esta una novela basada en hechos reales, que fueron apareciendo en una recopilación paciente de testimonios de mujeres represaliadas por el franquismo, que durante años tuvieron como horizonte un muro contra el cielo, tras el que sufrieron el terror, la tortura y la falta de libertad. Una historia inmensamente triste. Descorazonadora, por la terrible crueldad que vivieron sus protagonistas, que tienen el coraje de ofrecer una lección impagable de valentía, y apoyadas unas en otras nos enseñan cómo puede superarse cualquier atrocidad.
Manolita del Arco pasó 18 años en la cárcel por pertenecer al PCE; Soledad Real estuvo condenada a 30 años de prisión por un tribunal contra el comunismo y la masonería; a Hortensia la condenaron a muerte por ser miliciana y unirse a la guerrilla, pero le concedieron la gracia de esperar a que naciera su hija; a Reme la llevaron a la cárcel por bordar una bandera republicana y celebrar la toma de Teruel; y Tomasa fue encarcelada por negarse a coser uniformes para el enemigo después de ver cómo tiraban por un puente a su marido y sus hijos. Todo es real, sólo se han cambiado los nombres para preservar su intimidad.
En la novela se encuentran recluidas en el pabellón dos de la cárcel de Ventas, prisión que Victoria Kent construyó para 500 personas y que en algún momento del franquismo estuvo ocupada por 11.000 mujeres: Famélicas, sin casi agua ni comida, durmiendo en cualquier lugar que tuvieran la suerte de hallar libre, en los escalones, en las terrazas... Son heroínas anónimas, que estuvieron en primera línea en la batalla, en el frente, en la guerrilla... Pero lo que más impresiona son las historias de amor vividas desde la falta de libertad, y por eso ‘La voz dormida’ no es un libro amargo, sino de esperanza, un relato de amor que sucede, eso sí, en un mundo infinitamente cruel y despiadado.
Hoy miramos hacia atrás sin ira, pero con orgullo: es un día de recuerdo y reconocimiento por su sacrificio. Y el de miles como ellas, dentro y fuera del país.

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