domingo, 9 de marzo de 2008

VIOLENCIA DE GÉNERO

Recuerda que una vez
hubo montones de sueños,
pero un sólo destino de crueldad
hizo acto de presencia
con el paso de los años.
Se imaginaba el corazón
libre de tinieblas,
con sus ojos claros
mirando de frente al sol
y ser fogata de amor,
guía y razón de una vida.
Ahora desea tanto una caricia,
recuperar unos instantes
el pasado anterior al desaliento
siempre temeroso y agrio,
que se ha apoderado de su alma
desde que el miedo
hizo su entrada triunfal,
paso a paso, insulto a insulto,
golpe a golpe, día tras día...
Soñaba con un hombre
que fuese capaz
de morir de amor por ella
y todo se volvió pesadilla,
amenazas de trágico final
que insinúa su fría posibilidad
cada tarde, al llegar él a casa.
Sólo cuando está abstraído
frente al televisor,
se arriesga mirarlo fijamente,
mientras se pregunta
cómo soportar la certeza
de la existencia de amores
que asesinan fríamente
sueños, dignidades y vidas.
Pero no se atreve a dar el paso,
el terror a la violencia le puede
al afán por vivir en libertad
que le atraviesa al alma.
Y vuelve una lágrima furtiva
a insinuarse de nuevo,
mientras eleva una oración
para que el buen amor se apiade
del corazón de su verdugo.
Luego despierta a la verdad,
sabe que ya no es tiempo
de falsas esperanzas:
la solución está en su mano,
en arrancarle al vacío
el coraje suficiente
para buscar un futuro lejos,
del monstruo que la oprime.
El caso es que los días pasan
siempre paralizantes,
cada vez más cerca del abismo,
sin fuerzas para cambiar
la amenaza de la guadaña
por la ilusión de una flor.

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