miércoles, 5 de marzo de 2008

INMIGRANTES Y CAMPAÑA ELECTORAL

Imagen: Fotografía de Manuel Lérida (La Opinión de Tenerife)
4 de febrero de 2008. Hoy ha llegado a Tenerife un nuevo cayuco con su carga de desesperación a bordo. Aún se sabe poco de los pasajeros, salvo que había cincuenta y nueve personas en un precario estado de salud, y dos cadáveres. Nada nuevo. Nada que se salga de lo extraordinario. Nada especialmente digno que destacar, salvo la inmensa tristeza por un suceso cientos de veces repetido.
Pero resulta que estamos a cuatro días de unas elecciones generales, y en esta campaña electoral se está utilizando el tema de la inmigración ilegal de manera bastante rastrera, sobre todo por la derecha. Su candidato ha osado decir que los derechos de los inmigrantes están limitando en determinadas ocasiones a los de los españoles. ¿Cómo puede atreverse a semejante barbaridad y quedarse tan pancho? ¿Acaso los derechos humanos son diferentes dependiendo del lugar donde se haya nacido? Estremece pensar al tenebroso lugar donde puede conducirnos semejantes razonamientos... ¿Está por encima el supuesto derecho de los españoles a vivir bien, al de los que han nacido fuera de escapar de la miseria y la barbarie?
Que cada uno responda a las preguntas como le parezca, pero esta cuestión está por encima de ideologías, define las cualidades de cada persona. Y empiezo a pensar que algunos hacen campaña electoral rozando el límite del racismo simplemente porque los inmigrantes no figuran en el censo, no son posibles votantes. Así que se les puede machacar sin problemas, sin pensar que se está elaborando el caldo de cultivo que puede mañana llevarnos a crear conflictos donde no tendría que haberlos.
Los inmigrantes no son culpables de que la sanidad, la educación o el acceso a la vivienda sean problemáticos en España. Los culpables son los que no destinan a políticas sociales los presupuestos adecuados, o simplemente son unos negados al administrarlos. El problema no es racial, sino de incompetencia. Pero si no existe conciencia es fácil recurrir a los más débiles para encubrir las propias incapacidades.
Volvamos al principio: A los cayucos. Otra pregunta... ¿Tenemos alguna responsabilidad ante las muertes que se están produciendo en nuestras aguas? Evidentemente que sí, desde el momento en que podemos disponer de los medios adecuados para ayudar a esta gente, y nos limitamos a lo básico para cubrir el expediente o para devolverlos a sus países de origen. Quién sabe. Igual ni nos molestaríamos si esto les cogiese de paso y siguiesen de largo, no sería un problema nuestro. ¿Que exagero? ¿Acaso hay que enumerar la cantidad de desastres humanitarios que están pasando sin que movamos un dedo? Somos especialistas en mirar hacia otro lado. El que diga lo contrario está ciego o es un cínico.
En este tema parece que sólo se habla de derechos. Las obligaciones parecen brillar por su ausencia: Obligación moral de salvarles, de atenderles adecuadamente y darles refugio y alojo. Ellos nos traen su fe en la vida, sus esperanzas, su esfuerzo y contribución para hacer que este país funcione. Lo quieran algunos o no, son parte de nuestro futuro. Aunque el proceso de encuentro e integración pueda ocasionar problemas. Pero cuanto antes lo asumamos, antes haremos lo necesario para evitarlos. Ese sería el mejor homenaje a los muertos que quedarán para siempre en el fondo de nuestros mares.
Lo que ocurre es que ya he agotado las palabras de esperanza. Aquí se las dejo, aunque no servirán de nada. Me quedo con la desolación que me ha arruinado el día, aunque me avergüence de sentirla. Porque al fin y al cabo no es nada, si lo comparamos con lo que han perdido ellos, los cadáveres.

No hay comentarios: