lunes, 10 de marzo de 2008

EL HOMBRE-ÁRBOL


Hacía tiempo que le estaba dando vueltas a la idea, pero por fin la puso en práctica. Estaba harto de su vida de humano, así que decidió convertirse en una planta, alimentarse del aire, el sol, el agua y los nutrientes que encontrase en el suelo: Buscó un lugar tranquilo, hizo un gran agujero y se enterró hasta por encima de las rodillas.
La poca gente que pasaba por allí lo miraba asombrada, algunos se mofaban, otros se preguntaban si pertenecía a alguna organización ecologista radical, sin entender qué clase de protesta realizaba. En los primeros días la familia intentó hacerle cambiar de opinión, pero al comprobar que no era posible y para escapar de los medios de comunicación que se volcaron con la noticia, se fueron alejando todos poco a poco, evitando que se les relacionara con aquella locura. Al cabo de un tiempo su caso dejó de ser novedad, su mujer terminó pidiendo el divorcio pasados unos meses y la mayoría pasó a considerar el asunto como una especie de leyenda urbana, o una bien orquestada campaña publicitaria que terminó en el olvido.
Alejado del mundanal ruido, la transformación que ansiaba se fue haciendo realidad: Comprobó con alegría como los brazos se convertían en ramas, y las piernas en raíces. Creció deprisa, y hubo un momento emocionante cuando los primeros pájaros decidieron convertirlo en su hogar. Se sentía feliz haciendo realidad aquél sueño. Acabó transmutándose en un hermoso ejemplar de árbol, y alrededor se fueron plantando todo tipo de plantas, que convirtieron el terreno baldío del principio en un parque por el que correteaban los niños, paseaban su reposo las personas mayores, y repartían caricias furtivas las parejas de jóvenes. Entre toda aquella gente también estaba su primitiva familia, a los que vio evolucionar lentamente: Los niños se fueron haciendo mayores, se casaron, tuvieron hijos, vivieron alegrías y desgracias... Pero también envejecieron.
Era algo que no había previsto: Los árboles viven mucho tiempo. Mucho más que cualquier humano. Indefectiblemente tuvo que presenciar como iban desapareciendo uno a uno los seres queridos y una inmensa pena se apoderó de su corazón de madera. Los últimos años de vida se hicieron muy largos y tristes, pues ya no le quedaba nadie conocido que le ayudase a sobrellevar los recuerdos. Pero su agonía se interrumpió de improviso. No le permitieron morir de viejo: Una pala mecánica lo arrancó sin piedad un día, cuando la especulación urbanística consiguió que el ayuntamiento aprobase convertir el parque en un enorme y modernísimo centro comercial.

1 comentario:

CRO dijo...

Wow.... que historia genial! el hombre árbol... Que bellos son los árboles... a mi los bosques me emocionan ... me dan una energía espectacular... lástima que no tengo ninguno cerca... Pero árboles aqui en donde vivo hay,claro... y vos ya me viste colgada de ellos... ese lugar en particular,donde me colgué que luego hiciste ese destello de luz en mi pansa... es un pequeño montecito por decirlo asi... medio escondido, cerca de unas vías de tren... y esta en venado tuerto, una de las pocas cosas bellas que veo por acá... pero ahí viven algunos hombres de la calle asi que no se puede andar mucho por ahi.
Dice la leyenda que algunos arboles son casas de hadas...
Los pulmones de la tierra tambien son... Que tristeza cuando mueren por la crueldad estúpida del "humano"...