sábado, 22 de marzo de 2008

AMIGOS Y CÓMPLICES


Con la mirada distraída
y la transpiración mutua
enredada entre las sábanas,
dijo que no necesitaba
escuchar cada día
sentimientos que no sabrían
quedarse entre ellos.
No condicionaba la amistad
a compromiso alguno,
así que no era preciso
dejarse la vida en convencerla.
No hacían falta palabras,
ni promesas en el aire.
Tampoco afanes protectores,
ni esfuerzos para darle
una dimensión moral
a sus encuentros.
Sólo deseaba quedarse
en un rincón de sus sentimientos,
para que la semilla floreciese
en una primavera eterna
de afecto sincero:
Habitar un rato en sus ojos
para tener tardes como aquella,
liberando los deseos
y que se batiesen en duelo,
jugando con las manos
bajo la colcha de cuadros.
Quería saber que lo tendría
como amigo sincero,
leal e insobornable,
siempre que hiciera falta...
Y que estaría ahí,
dibujando con los dedos
su mirada ansiosa,
esbozando su silueta
con una caricia larga,
buscando pasiones nuevas,
instintos renovados
en cada roce, con cada gesto.
Sólo pediría amor
cuando abriese la piel
a sus labios
y se atrevieran con todo:
Probar, acariciar, lamer, hablar...
Y también reírse como niños,
igual que ahora mismo,
mientras ella meditaba en voz alta
con la mirada perdida,
y él acariciaba con ternura
su cabello enredado.
Así podría quererlo
como ella y él se merecían.
Amistad bella como el arte,
libre para quedarse
en la trinchera de sus vidas,
porque siempre habría una tregua
para verse, sentirse,
y abrirle una brecha a la ilusión
sin que se enreden los argumentos
virtuosamente impecables:
Amigos y cómplices, en suma,
para hacerle guiños a la vida.

1 comentario:

CRO dijo...

Mirada perdida... pelo enredado... mmmm se parece a mi... ;)
hola paco!!!!!!! mañana supuestamente tendría que llegarte el paquete del correo... estoy rogando que llegue...