domingo, 9 de marzo de 2008

8 DE MARZO: EN EL DÍA DE LA MUJER


Ayer, como todos los 8 de marzo, se celebraba el Día Internacional de la Mujer. Desde que comencé a hacer públicos mis escritos, es la primera vez que falto a esa cita, en la que siempre he tenido la inspiración y la suerte de preparar algo especial para contribuir al evento. Espero que sepan disculparme. El último atentado de ETA ha trastocado un fin de semana que se presumía de reivindicación por los derechos de la mujer, y de ceremonia democrática con las elecciones de hoy domingo.
Así que con un día de retraso cumplo con un deber de conciencia. Esta vez he querido referirme a una plaga que parece imposible erradicar de este país donde vivo: La de la violencia de género. La cifras de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas no disminuye, a pesar de las reformas legales y las campañas de concienciación que de manera reiterada intentan cambiar la situación. Pero las frías estadísticas no engañan: Las mujeres están condenadas a sufrir en sus corazones, sus mentes y sus carnes la frustración de los hombres, que se ensañan sin piedad contra las que consideran objetos de su propiedad.
El amor para esas bestias es sinónimo de maltrato físico y sicológico. Como dictadores brutales, imponen de puertas adentro del hogar un régimen donde el terror es el pan de cada día para sus víctimas. Y cuando estas se rebelan, los sistemas de ayuda siguen llegando tarde y mal en demasiadas ocasiones. Pero no echemos balones fuera. Si lo meditamos bien, en realidad la culpabilidad está bastante extendida. Porque si la sociedad al completo no se implica; si los familiares y vecinos de las afectadas no toman partido y siguen viendo el problema como algo que no les afecta, difícilmente podremos dar pasos hacia delante: El maltratador ha de visualizar claramente el desprecio que desprende su manera de actuar. Y la mujer maltratada ha de sentir en su piel el cariño y la solidaridad de todos. No hay fórmulas mágicas, excepto no mirar hacia otro lado cuando tenemos sospechas de que existe un maltratador en nuestro entorno.

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