lunes, 1 de octubre de 2007

SUPERVIVENCIA

Imagen: Cazadores en la nieve, de Pieter Brueghel (llamado el Viejo)

Aún no los vemos,
pero nos llega su rastro.
Olemos el crudo metal
de los cañones de sus fusiles,
y la muerte en su mirada.
Vienen alegres, se llaman
a si mismos deportistas.
Olemos sus historias
de padres responsables,
amantes compañeros,
y trabajadores honrados.
Olemos su aliento a matanza,
pues despiden un hedor a crimen
tras su mente amartillada.
Vienen con el dedo en el gatillo,
ansiosos por hacer fuego
en cuanto descubran una víctima:
Para ellos somos un trofeo,
no sienten compasión,
incapaces de una mínima empatía.
Así que huimos de prisa
a lo más profundo del bosque,
sintiendo el terror en la piel,
procurando no pisar la hojarasca,
escapando del ruido
y la dirección del viento,
hasta hacernos invisibles
a la insensibilidad de los verdugos.
Están cerca, ya los olemos,
pero nuestra aliada es la espesura,
porque sabemos que la esperanza
es que los bosques sigan siendo
profundos y oscuros.

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