martes, 16 de octubre de 2007

LA NIÑA Y LA GAVIOTA

Imagen: "La Gaviota", óleo de Mª Teresa de Castro Fue una amistad algo extraña:
La niña encontró a la gaviota
cuando correteaba por la playa.
La miró con ternura a los ojos
y se fue acercando lentamente,
hasta lograr hacerle una caricia.
Con el impulso que da la inocencia,
se imaginó volando junto a ella:
En realidad, esa había sido siempre
la ilusión que escondía su corazón.

Desde el mar se levantó una brisa,
que las olas trajeron como invitación
hasta los pies mojados de la niña.
Trajo una voz que parecía llegar
desde lo más profundo del océano:
-“Alza el vuelo. Mueve los brazos.
El ave será tu guía en ese viaje”-
Así ocurrió. Se elevó, tomo altura
hasta sobrepasar las pocas nubes
que circulaban distraídas por el cielo:
- ¡Vuela, Gaviota, vuela!- gritó la niña:
- ¡Descubramos juntas las maravillas
que el mundo pondrá a nuestros pies!

El gran pájaro aceptó acompañarla,
volaron sin cesar un largo tiempo.
Los años pasaron como en un suspiro
y la chiquilla se transformó en mujer.
Pero ya nunca pudieron separarse
y prosiguen su peregrinaje juntas,
llevando la magia de su amistad
a cada rincón que han frecuentado.
Dicen que los que aún miran al cielo
o creen en la magia de los sueños,
con suerte podrán verlas pasar felices,
sobrevolando océanos y montañas,
anhelos, fantasías, mitos y leyendas.


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