jueves, 13 de septiembre de 2007

SEQUÍA

¿Cómo sentirse a gusto allí,
con aquella decoración
tan impersonal?
El caso es que tampoco
le importaba demasiado,
absorto como estaba
para fijarse en detalles
tan triviales...
Se reconocía perdido
en los recovecos del ayer,
contemplando con asombro
lo único que le quedaba:
recuerdos hechos añicos,
y esparcidos sin orden alguno
por su vida.
No hacía mucho,
eran un conjunto armonioso
en la memoria.
Venían de una época
en que compartía con Ella
deseos e ilusiones,
decididos a ser invencibles,
convencidos de que nada
podría detenerles.
Y ahora,
solo en aquella pensión,
miró por la ventana,
vio nubes cubriendo la luna,
y un aire frío le traspasó
el corazón.
Recordó lo mucho
que la había querido,
pero también supo de nuevo
que se le había secado
el manantial del amor.


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