jueves, 20 de septiembre de 2007

EL PUERTO-LOS BARCOS


Me gustan los muelles.
Cuando era niño,
paseaba absorto
contemplando los barcos,
preguntándome
en qué remotos países
habrían estado.
Me mezclaba con marinos,
que en mi mente infantil
eran personajes míticos,
una promesa viviente
de lejanas aventuras,
amores en cada puerto
y ebrias madrugadas
al calor de una taberna.
Ahora sigue siendo
una fuente de placer
ver como el mar
duerme tranquilo entre los diques,
mientras los navíos se mecen
anclados a un leve descanso
y aguardan la siguiente travesía.
Paseando por el Puerto,
de alguna manera recupero
en la boca y en el alma,
el sabor de aquellos sueños infantiles
que las mareas traían generosas
hasta los pies de la marquesina,

a la luz de la mirada vigilante
de nuestra vieja Farola del Mar.

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