sábado, 22 de septiembre de 2007

EL LENGUAJE Y LA COMUNICACIÓN


Las palabras surgieron como puente de vertebración entre las personas. Cuando la comunicación hace un ligero esfuerzo por ir un poco más allá de la superficialidad y alcanzar la esfera de lo substancial, el lenguaje es un magnífico conjuro contra males como el ostracismo y la exclusión. Pero se ha de reconocer su lado negativo, pues puede llegar a intoxicar el clima que nos rodea, provocando confusión y caos, cuando no convertirse directamente en un instrumento para el daño. Nos equivocamos si pensamos que lo verdaderamente importante es el contenido del mensaje, pues dependiendo del tono y la forma, aquél tomará uno u otro sentido. Como en tantas otras cuestiones, la atención a los matices nos enriquece.
Por otro lado demasiadas veces nos empeñamos en hablar cuando no se tiene nada que decir. Suele olvidarse que también es necesario callar para decir algo, al igual que la pausa también forma parte de nuestra manera de comunicarnos. El silencio puede ser una hermosa ofrenda para los demás. Y para uno mismo, porque el primer paso para comunicarnos es pensar, meditar lo que vamos a decir. El segundo ha de ser saber escuchar.
En las sociedades urbanas, el ruido ha ganado la batalla. Esa estridencia de fondo, parece que nos ha llevado a asumir que gana el que más alto habla, no el que argumenta mejor sus razones. En las conversaciones se dejan a un lado virtudes como la serenidad y la ecuanimidad. De esa manera se convierten en monólogos, que se superponen unos a otros ocupando planos distintos, de los que difícilmente se saca una conclusión provechosa. Peor aún son las cosas si hay discrepancias, porque el diálogo se trastoca en bronca, y por consiguiente tampoco se llegará a entendimiento alguno. Obligamos a la razón a tomar partido, obviando quién la tiene realmente y olvidando que intercambiar pareceres nos invita a convencer a los demás, pero también a admitir que nos persuadan si los argumentos que nos presentan así lo requieren.
Con la que nos está cayendo desde ciertos medios, sería bueno aclarar las ideas sobre lo que significa verdaderamente la comunicación para alejarnos de la contaminación de la charlatanería fácil que tanto hemos de soportar en los últimos tiempos. La magia de las palabras parece estar en peligro de extinción. Quizás sólo sea un síntoma más de la mediocridad que lamentablemente se ha instalado entre nosotros, acabando por formar parte del pan nuestro de cada día. Un pan muy duro de digerir para algunos, por cierto.

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