martes, 21 de agosto de 2007

LA MEMORIA DEL OLVIDO



Ha sido durante demasiado tiempo
la memoria del más sangrante olvido,
hipocresía al servicio del poder de turno:

Imperios fraguados en senderos
de barbarie y explotación sin límite,
de esclavitud, muerte y despotismo.

Reyes que han fundado dinastías
sobre supuestos derechos divinos
y un absoluto desprecio a sus súbditos.

Violencia, sometimiento y fanatismo
que han sido bendecidos por los dioses,
siempre al servicio de poderes terrenales.

Catedrales elevadas a la gloria divina,
sostenidas por columnas poderosas
levantadas sobre huesos calcinados.

Oropeles, esplendores y celebraciones
han crecido sobre bosques de cipreses,
forjando la terrible paz de los cementerios.

Victorias a mayor gloria de un personaje,
se han aderezado con miles de víctimas
sobre el paisaje desolado de la muerte.

Clamores que se han alzado en el aire
para escribir rebeldías anegadas,
por océanos de represión y llanto.

¿Vergel o desierto? ¿Luces o tinieblas?
La respuesta no debería estar en el viento,
sino explicada en los libros de historia.


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