viernes, 10 de agosto de 2007

EL DESEO


El deseo es como la lluvia:
Puede aparecer de improviso
o anunciarse sobre el horizonte,
pero siempre acaba mojando
porque está en su naturaleza.
El deseo es a la vida
lo que el latido al corazón:
es lo contrarío del vacío,
un grito que libera
los silencios de la noche,
la luz que ilumina
las oscuridades del alma.
Se desea de verdad
hasta que pasa la tormenta,
y nos sentimos saciados.
Los colores entonces
vuelven a tener matices
y las sensaciones recobran
la intensidad de lo normal.
El deseo elude las reglas,
es travieso, informal e insaciable.
Inventamos ritos complicados
para acompañar al amor,
pero lo real es el apetito del otro,
que se impone con la fuerza
de un volcán en erupción
y entra en contacto,
como una marea imparable
con el nuestro propio.
Y al final del camino,
dos seres extenuados
sentirán lo insondable
del espacio profundo,
aunque pronto descubran
que en realidad el apetito
sigue bien vivo y esperando
la siguiente oportunidad
para el placer compartido.

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