lunes, 23 de abril de 2007

DÍA DEL LIBRO


23 de Abril
Día Mundial del Libro


Un 23 de Abril de 1916, el azar o los inescrutables designios del destino, hizo que fallecieran dos grandes genios de la literatura universal: Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare. Resultaba inevitable que si se pretendía elegir una fecha que sirviese para homenajear a los libros y lo que estos significan, habría de ser precisamente un 23 de Abril. Así que desde el año 1995, la UNESCO aprobó celebrar “El Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor”.
Hoy es un día de fiesta para los que hemos tenido la suerte de descubrir el placer de la lectura. Entre las numerosas actividades que organizan todo tipo de organismos relacionados con la cultura, también se entrega el Premio Cervantes, el máximo galardón de las letras hispanas que este año ha recaído en poeta asturiano Antonio Gamoneda. El Cervantes para un poeta. La celebración es, por tanto, doble en este blog donde la poesía es protagonista.
Con el tiempo, se ha ido extendiendo por toda la superficie de nuestro país la costumbre de regalar un libro y una rosa, tradición surgida en Cataluña donde celebran también la festividad de Sant Jordi. También este blog ha querido sumarse a la celebración, dentro de las limitaciones que el medio le impone.
La flor, sólo puede ser la imagen de una flor. Y el libro es un imposible, pero en su lugar no estaría mal una pequeña muestra de la poesía de nuestro Premio de Cervantes de este año. Que la disfrutes y recuerda que los libros están vivos todo el año.

Mi amistad está sobre ti
como una madre sobre su pequeño
que sueña con cuchillos.
No te pondré otra venda
que la que está roída alrededor de mi cuerpo,
no te pondré otro aceite
que el que descansa dentro de mis ojos.

Ciertamente es una historia horrible el silencio,
pero hay una salud que sucede a la desesperación.
Acuérdate de la paz en los comercios abandonados,
acuérdate de la dulzura en las habitaciones
donde se corrompía el olvido.
Nadie tenía razón ni esperanza,
¿qué podíamos hacer?


Ahora pasan vencejos entre el nogal
y su sonido tiembla sobre mí.
Tú, lejos, debes dormir entre alaridos, hijo mío,
tú que acostumbrabas a enloquecer a los maestros,
y a las mujeres que se deslizaban debajo de tus dedos.

Puedes venir a repartir los alimentos
y las mentiras delante de mi rostro.
¿Por qué quemas tu lengua
en las bahías excavadas en pómez,
por qué te abres a las semillas
que no perdonan, a las linazas adventicias?

Puedes cantar en mis manos
y te desdices encima de tu belleza.
Harías mucho mejor acercándote.
El incrédulo habita en un mundo de plegarias.
Hay resplandor delante de sus ojos,
los que estuvieron heridos por la indignación.

Es más sencillo proceder de un país suntuoso,
de una memoria recamada de espejos
—cada espejo con su vértigo,
cada espejo con su profundidad llena de frutos—
pero, de todas formas, desconfía de aquellas manos
cuya blancura puede ser besada.


Es más sencillo despertar de un tiempo
cuya hermosura no existió
aunque se extendiera como un crepúsculo.
Acércate a quien se calienta
con los excrementos de la justicia.
Hay más honor en no tener razón.
Ahora mi paz está en avergonzarme de la esperanza.

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