martes, 6 de marzo de 2007

LA HISTORIA DE IONE Y TAUCO


La historia de Ione y Tauco

En el poblado todos daban por hecho que Ione y Tauco estaban destinados el uno para el otro. Eran inseparables desde niños y con el tiempo la camaradería infantil se fue transformando en amor adolescente. Era un sentimiento tan transparente, que cuando Tauco, vestido con sus mejores galas, se dirigió al padre de su amada para pedir su mano, sólo confirmó lo que la totalidad del poblado daba por hecho.
El muchacho era ya todo un hombre y por propios méritos se había granjeado la confianza y la amistad del todopoderoso Mencey, que lo había aceptado de buena gana en su círculo más cercano de consejeros. Por su parte, Ione era una belleza espléndida y a la vez una mujer decidida y valerosa, que se había granjeado el cariño y el respeto de la comunidad. La aprobación de esa unión se celebró con regocijo, y más aún cuando se supo que la ceremonia se realizaría coincidiendo con los festejos del Beñesmén, los más importantes del ciclo anual que esta vez tendrían un sabor aún más especial.
Pero la felicidad de la pareja, estaba ensombrecida por una duda que les atormentaba. Ambos se preguntaban cómo hacer para que aquello que sentían no se marchitase con el paso de los años. Después de mucho meditar sobre el asunto, se decidieron a consultarlo con el anciano Hupalupo, el más sabio de los habitantes del Menceyato y la figura más preeminente y respetada del Tagoror.
El viejo consejero meditó unos instantes sobre el tema, les miró fijamente, les pidió que lo siguiesen y echó a andar, aún con paso firme a pesar de los años. Subieron a una loma cercana, y una vez arriba. Señaló al cielo:

-Miren– Les dijo –Son Taro (el halcón) y su pareja. Están juntos desde hace años. Observen como a veces vuelan casi rozando sus alas, pero otras veces lo hacen solos porque saben que también necesitan espacio para disfrutar del vuelo... –
- Ahora- continuó –han de cumplir una tarea. Para entender mejor lo que quiero decirles, han de atrapar esos halcones, y traerlos para hacer una prueba.

Así lo hicieron. Al día siguiente se presentaron ante Hupalopo con las aves metidas en sendas jaulas.
-Bien- dijo el anciano –Ahora han de atarlos juntos por las patas y soltarlos-

Inmediatamente los halcones intentaron levantar el vuelo, pero al estar atados el uno al otro, chocaban entre sí y era evidente que acabarían por hacerse daño. Hubo que meterlos enseguida en las jaulas para que se calmasen.

-Ya pueden liberarlos. Creo que la lección está clara. La vida en pareja ha de ser como la de los amigos halcones. Amar no significa atarse ni atar a nadie, sino aceptar libremente compartir la vida con el otro. Pero a la vez han de ser libres para desarrollarse como individuos: Sólo aceptando ese principio, el sentimiento que les une podrá volar alto, sin ser una carga que acabará dañándolos.

Y cuentan que así lo hicieron Ione y Tauco, hasta el fin de una vida plena juntos.


Nota: La historia se desarrolla en las Canarias prehispánicas. La lengua de aquél pueblo que habitó las islas antes de la llegada de los conquistadores castellanos ha desaparecido, pero nos han llegado términos aislados. Se han empleado algunos en el relato:
- Mencey: El jefe de la tribu. El cargo era hereditario, aunque para acceder a él había que demostrar las cualidades necesarias.
- Menceyato: El territorio que abarcaba los dominios de la tribu. Como ejemplo, añadir que la isla de Tenerife estaba dividida en nueve en la época de la conquista.
- Beñesmén: Era la fiesta de la recogida de las cosechas. La más importante del año. Se celebraban todo tipo de actividades sociales, deportivas y religiosas.
- Tagoror: El tagoror era un lugar señalado con piedras colocadas formando un círculo donde se reunían los consejeros del Mencey en una especie de asamblea presidida por este, para tratar los asuntos importantes de la comunidad. Por extensión, también recibía ese nombre la propia asamblea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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